Lamentablemente la República Dominicana es un país bendecido por Dios, pero sin embargo cada cierto tiempo ese mismo Dios que nos protege a todos da señales para que los dominicanos recuerden que existe.
Una muestra de eso es que por la falta de educación de los dominicanos, que piensan en todo, menos en cuidar el medio ambiente y la naturaleza, es motivo de la ocurrencia de desgracias con el paso de los fenómenos atmosféricos.
Lo ocurrido este fin de semana donde nueve personas perdieron la vida al ser aplastados por una de las paredes del paso a desnivel de la 27 de Febrero con Máximo Gómez, es algo que debe poner al gobierno a pensar a la hora de construir una estructura de esa naturaleza.
No es que la desgracia sea tomada por los partidos políticos para tratar de ganar votos en la víspera de unas elecciones, sin que deben nuestros gobernantes empeñarse en construir otras dando cumplimiento a los estándares de calidad.
No es extraño para nadie, que cuando un gobierno de los que han pasado luego del extinto presidente Joaquín Balaguer, la gran mayoría de las estructuras construida, tienen vicio de construcción.
Eso se debe a que nuestros gobiernos, cuando le asignan ya sea de grado a grado o mediante una “licitación” lo hacen para pagar favores de campaña y el constructor lo que hace es economizar lo más que pueda para obtener mayor ganancia.
Es una pena, que tengamos que decir, que las obras construidas por el dictador Rafael Leónidas Trujillo estén todas de pie y que ahora, a pesar del avance tecnológico que existe las obras que construye el gobierno al poco tiempo están deterioradas.
Lo que parece indicar es que el dinero del erario a ningún gobierno le interesa que se le dé un uso a favor de la población, sino más bien, lo que se busca es repartírselo entre los compañeritos.
No es momento del gobierno y la oposición estar jugando a la politiquería barata con la desgracia que quitó la vida a 9 personas productivas, solo por la irresponsabilidad del gobierno de turno de ese entonces.