El 26 de septiembre de 1960 marcó el comienzo de un nuevo capítulo en la historia del Banco Mundial, pues se creó uno de los instrumentos más eficaces en la lucha mundial por erradicar la pobreza. «La Asociación Internacional de Fomento (AIF), un nuevo organismo internacional dirigido a financiar el crecimiento económico en los países menos desarrollados, se estableció hoy como entidad afiliada del Banco Mundial», se lee en el comunicado (i).
Este fue un paso importante, ya que países en desarrollo que integraban la institución y que atravesaban procesos de rápido desarrollo, se estaban acercando al límite de su capacidad para asumir obligaciones financieras adicionales. Eugene Black, (i) el tercer presidente del Banco Mundial, reconoció esta situación y movilizó a 15 países miembros para que aportaran USD 686 millones (más de USD 6000 millones actuales) a la AIF, en un esfuerzo por «promover el desarrollo económico proporcionando a los países menos desarrollados financiamiento en condiciones más flexibles y con una incidencia menor en la balanza de pagos que los préstamos convencionales».
En los 61 años transcurridos desde ese día auspicioso, la AIF ha seguido cumpliendo las promesas enunciadas en su Convenio Constitutivo: «promover el desarrollo económico, incrementar la productividad y, de este modo, elevar el nivel de vida en las regiones menos desarrolladas del mundo». Desde entonces, la comunidad de la AIF ha crecido e incluye ahora 174 países, cuyas contribuciones apoyan operaciones que se llevan adelante en 74 países.