Por: Jhanel Ferreras Diplomático y Político
La República Dominicana y Haití, constituyen la frontera con mayor número de invasiones en la historia del nuevo mundo.
Desde la revolución haitiana a finales del siglo XVIII hasta 2023, los haitianos han deseado la parte oriental de la Isla de Santo Domingo.
Los españoles en 1492 llegaron al caribe y desde el siglo XV hacen de quisqueya (Santo Domingo), la cuna de la geopolítica del nuevo mundo.
Mediante recurrentes expediciones de navegantes españoles, a la plataforma continental la parte occidental de la Isla, fue perdiendo interés de los pobladores.
Desde el 1521, la piratería se hizo presente en las aguas del nuevo mundo, pero su mayor esplendor ocurrió entre 1620 y 1726.
Precisamente en esta época los franceses apostados en la Isla de la Tortuga Haití, iniciaron las hostilidades contra España, lo que provocó el nacimiento del problema fronterizo actual.
Para 1665 los franceses toman en control del occidente de la hispaniola, a la que llaman Saint Domingue.
En 1678 luego de varios enfrentamientos, España formalmente reconoce a Francia como parte de la Isla con el primero de los tratados, el de Nimegas, que fue legitimado casi dos décadas después mediante el tratado de Ryswick en 1697.
A partir de allí, los franceses inician una masiva explotación africana, trasladando a cientos de embarcaciones con negros cautivos con el único objetivo de aumentar sus riquezas, mediante la siembra de café, tabaco y caña de azúcar.
Para 1777 se firma el tratado de Aranjuez, que fue el primer tratado en delimitar con precisión los límites fronterizos entre España y Francia.
La colonia francesa de Saint Domingue, para 1789 tenía dividida la sociedad entre blancos grandes y pequeños, mulatos grandes y pequeños (divididos por nivel de mestizaje) y los esclavos negros africanos que representaban el 86% de la población total.
En 1789 sucede la revolución francesa y un año después en 1790, los blancos franceses en la Isla de Saint Dominique, pretenden marcar distancia de las conquistas libertarias de la revolución pues su sistema de explotación insular, era contraria a los postulados de la naciente república francesa.
Vincent Ogé, el mulato más rico de la colonia, inicia la primera revuelta de libertad para mulatos y negros en 1790, durante la asamblea colonial.
Tras la batalla en la Isla entre blancos franceses y mulatos hijos de libertos, los negros africanos y oprimidos, realizan la primera reunión que dio origen a lo que después se denominaría Haití.
El 14 de agosto del 1791, en Bois Caimán, se realiza un ritual vudú a cargo del negro Boukman Dutty y la sacerdotisa Cécile Fatiman, quienes poseídos por los llamados luases, dieron sangre de cerdo y humana a los presentes, como parte del ceremonial que dio origen a la guerra de independencia de Haití.
Haití, es el único país de américa cuyos orígenes de libertad se dan en el marco de un ritual Vudú y sin ninguna planificación ideológica, más que la necesidad de salir de la cruel opresión europea.
La muerte del rey francés Luis XVI, mediante guillotina en 1793, cambió el escenario de los africanos en la Isla, pues Francia perdió control en los terrarios de ultramar.
En las hostilidades en Sant Domingue, François Dominique Toussaint (Louverture), se destaca como la máxima figura de la revolución haitiana, aunque muere encarcelado en Francia por Napoleón Bonaparte.
Cuando muere Toussaint, asume su rol el General Jean-Jacques Dessalines y declara la independencia Haití el primero de enero del 1804 y dos años después en 1806, lo asesinan a traición por sus dos hombres de mayor confianza.
Henri Christopher, el primer monarca proclamado en el nuevo mundo y Alexandre Pétion, el primer presidente de la República de Haití, tras la traición a Dessalines, se les atribuye la desgracia heredada hasta 2023 del pueblo haitiano.
Según los líderes del vudú haitiano, la sangre de Dessalines Dessalines no ha sido vengada y hasta que eso no suceda no habrá estabilidad ni paz, para el pueblo haitiano.
Los haitianos se han manejado en dos siglos entre dictaduras y monarquías, el 95% de los haitianos provienen de áfrica, la democracia tuvo su mayor esplendor con la revolución de Estados Unidos de América, ante Inglaterra y posteriormente en Europa, quizás por eso la democracia nunca ha funcionado en Haití.
Los primeros revolucionarios haitianos, enfilaron sus armas contra los criollos españoles de la parte oriental.
En 1805 un año después de la independencia haitiana, Jean-Jacques Dessalines y Henri Christopher, desataron una carnicería contra la población dominicana indefensa, acto conocido como el degüello de Moca, llegando a la barbarie de cortarles la cabeza a más de 40 niños en una iglesia mocana.
Para 1808 los criollos españoles dirigidos por Juan Sánchez Ramírez, derrotan a los franceses en la batalla de Palo Hincado, dando inicio a una época muerta de las iniciativas ideológicas del país y sin consolidación de las instituciones.
Tras la muerte de Alexandre Pétion en 1818, lo sustituye el criminal Jean-Pierre Boyer, quien aprovecha la caída de
Henri Christopher, el monarca haitiano que se suicida con una bala de oro en 1820.
Un año después Boyer, unifica la población, dividas por la guerra civil haitiana y para 1822 marcha hacia la indefensa parte oriental nuevamente masacrando por 22 años a los dominicanos.
Con la batalla de Palo Hincado en 1808, la proclama de Núñez de Cáceres en 1821 con la independencia efímera de (sesenta y ocho días), la gloriosa independencia nacional del 1844 y la honrosa restauración del 1865, los dominicanos deben tener prioridad fundamental en el currículo escolar, la enseñanza a temprana edad de quienes son nuestros aliados y enemigos históricos.
Un pueblo que no conoce su historia está condenada a repetirla, los dominicanos tenemos la desgracia que muchos son los traidores que entregan la soberanía nacional al mejor postor, sin importar las generaciones venideras.
El General Soulouque quien se proclamará Rey Faustino I, intentó invadir Republica Dominicana en 1855, en la batalla de Santomé y en 1856 en la batalla de Sabana Larga, dijo que «antes de morir el último haitiano, la parte oriental volvería a ser territorio del gran imperio de Haití».
Dos siglos al parecer no ha sido suficientes, para que los dominicanos podamos vivir en paz de la amenaza invasora y lo peor que mientras las generaciones de haitianos son recurrentes en sus malos hábitos, la juventud dominicana está perdida entre la vagancia, reggaeton, trap, las drogas, el mueca dance, los chismes, la degradación mediática y el afán de hacer dinero mediante las redes sociales, usando el triste cause de las tendencias y lo viral.
Los dominicanos somos gente buena, hospitalaria, bondadosa y receptivas, hemos recibido muchas migraciones laboriosas como la asiática, los árabes, colombianos, venezolanos, estos últimos que se han destacados por su gran educación y fino servicio, en la mano de obra.
Un médico ginecó-obstetra informó, que en agosto pasado realizó un 80% de partos a haitianas en una exclusiva clínica privada del país, lo que indica que no sólo están ocupando las camas en los hospitales públicos, sino que también están presentes las portentosa clase alta haitiana.
Es inaceptable que lugares como Fruisa, los organismos de control migratorio nacional no puedan entrar por temor a los indocumentados invasores, que la mal llamada ciudad Juan Bosch y la mayoría de los residenciales de la autopista San Isidro estén en un 70% ocupados por haitianos, mientras miles de familias pobres dominicanas no tienen donde vivir y es altamente preocupante que grandes comercios nacionales, estén en manos de haitianos ignorando la triste historia entre dos naciones radicalmente opuestas.
Hoy la República Dominicana, está nuevamente amenazada, herida a muerte y esta vez con una invasión muy distinta, inteligente y sigilosa.
Los haitianos han vuelto a atacar, con la ayuda de potencias extranjeras, que utilizan las informaciones del narcotráfico para doblegar acciones que rayan en lo inverosímil.
Insisten en cargarnos con una migración salvaje, de gente que no tienen civismo, ni normas ciudadanas, que defecan donde quiera, deforestan bosques, desvían ríos y usan el apoyo internacional e interno, para burlarse del heróico pueblo dominicano.
Los traidores internos deben saber, que cuando toda la trama salga a la luz, no habrá lugar seguros para ellos ni sus familias, el exilio, la cárcel y el cementerio, serán sus únicos caminos, pues no hay mayor delito que traicionar a la patria.
Dominicanos, jamás olvidemos con orgullo la siguiente estrofa de nuestro himno nacional.