La reciente tragedia ocurrida en el reconocido centro nocturno Jet Set, en Santo Domingo, ha puesto nuevamente en evidencia una crisis más silenciosa pero igual de alarmante: la escasez de profesionales especializados en áreas críticas como la salud, la psicología forense y la medicina legal. Una escasez que se agudiza aún más por el fenómeno creciente de los llamados «ninis»: jóvenes que ni estudian ni trabajan, y que cada vez más llenan las calles, pero no las aulas ni los hospitales.
En el país, los casos de violencia, accidentes, trastornos mentales y criminalidad siguen en aumento, mientras las unidades de atención médica, psicológica y forense colapsan por falta de personal capacitado. La escena post-tragedia en Jet Set fue caótica no solo por lo ocurrido, sino por la insuficiencia de psicólogos para asistir a los sobrevivientes, de forenses para realizar autopsias con prontitud, y de médicos cirujanos disponibles en emergencias para atender a los heridos graves. ¿Quién está quedando para hacer estos trabajos vitales?
La respuesta es preocupante. Cada vez menos jóvenes eligen carreras de alta demanda social pero de largo sacrificio, como Medicina, Psicología o Ciencias Forenses. El sistema educativo, la falta de estímulo vocacional, y una sociedad que muchas veces glorifica la inmediatez, el dinero rápido y la fama superficial, han llevado a una generación a desconectarse del estudio y el trabajo formal. Muchos prefieren buscar oportunidades en redes sociales, en empleos informales o, en el peor de los casos, en la delincuencia.
Este fenómeno no es solo una carga para el sistema de salud y justicia; es una amenaza directa a la estructura misma de la sociedad. Porque no tener suficientes especialistas no solo implica largas esperas en hospitales o juicios retrasados. Implica dejar a víctimas sin atención oportuna, dejar a familias sin respuestas, y a comunidades enteras sin la posibilidad de sanar.
Es momento de repensar las prioridades. De generar campañas de concientización, becas dirigidas, y políticas educativas agresivas que motiven a los jóvenes a prepararse en áreas cruciales para el bienestar colectivo. La tragedia del Jet Set debe ser una alarma que despierte no solo a las autoridades, sino a todos nosotros, para mirar más allá del espectáculo y preguntarnos: si hoy ocurre una emergencia, ¿quién estará ahí para ayudarnos mañana?