NUEVA YORK, EE.UU.- Es muy raro que un residente en los sectores de Washington Heights e Inwood, en el Alto Manhattan, no conozca o haya escuchado hablar de la mujer que vende habichuelas con dulce en la calle 182 con la avenida Saint Nicholas.
Se trata de doña Nidia Henríquez (Nena), quien vende las habichuelas, maíz dulce con leche y majaretes a políticos, empresarios, peloteros, artistas, taxistas, personas blancas, afroamericanos, judías, centro y sur americana, los siete días de la semana, poniendo en alto la cocina autóctona criolla en el exterior.
Cabe destacar entre sus clientes al expresidente Hipólito Mejía, al congresista Adriano Espaillat, los peloteros Manny Ramírez y Pedro Martínez, y al merenguero Johnny Ventura, entre otros.
“Prensa & Comunidad (Prenco)” la reconoce durante el “Mes de la Herencia Dominicana”, como uno de los valores dominicanos en NY.
Doña Nena inició sus ventas en el 1991. El negocio es familiar, su hermana y sobrina comienzan a vender a las 10:00 a.m. y no paran hasta las 9:00 p.m. y sus dos cuñadas cocinan entre las 6:00 a.m. hasta las 4:00 p.m. aparte de dos personas más que se encargan de otras cosas.
Y es que Nena tiene el “truco” para elaborar las habichuelas con dulce con el mismo sabor criollo que conocimos en nuestras casas y que ella heredó de su madre, Ludovina García, en Villa Trina-Moca, siendo la mayor de 12 hermanos, indica.
Los dominicanos continúan motivados en mantener la tradición de comer habichuelas con dulce, porque a diario entre 500 y 800 personas visitan este lugar de la ciudad para adquirir una porción que va desde uno hasta seis dólares.
Como muchos inmigrantes, Nidia se mudó a los Estados Unidos debido a sus hijos. «¿Cómo voy a apoyar a mis hijos desde aquí?», se preguntó la dominicana, quien empacó sus maletas, dejó a sus cuatro hijos y a la mayoría de su familia atrás para llegar a Washington Heights, donde vivía su hermana.
A los dos meses de llegar a la Gran Manzana comenzó a vender pastelitos, chocolate, café, y otros dulces. Finalmente, se dio cuenta de que al igual que en Moca, podía vender habichuelas con dulce.
Ella comenzó con una modesta seis libras de frijoles. Pero ahora expende aproximadamente 220 libras de habichuelas de lunes a viernes, un número que aumenta en otras 110 libras para los fines de semana.
Indica que en tiempo de Semana Santa la fila es inmensa y tiene que cocinar más de dos sacos de habichuelas.
En su pequeña cocina industrial está parada en una plataforma para alcanzar la parte superior de las macetas que son tan altas como ella. Para mezclar todos los ingredientes -que incluyen canela, coco, leche y, por supuesto, frijoles, la mujer, con 74 años, utiliza una cuchara de madera gigante.