Por: Alfonso Tejeda
Cuando Aureliano Buendía, frente el paredón de fusilamiento recordaba su infancia, desató un tsunami diluviano, que casi 500 páginas después dejaron una impronta indeleble: Macondo, “invento” que hoy podría facilitar entender la renuncia del presidente Joe Biden para continuar en sus afanes reeleccionistas.
Y es que, con esa decisión, el presidente estadounidense abre un mundo “tan reciente”, en el que “muchas cosas” carecen de antecedentes en la política del país, que va más allá de “señalar con el dedo”, parte de lo que recoge y puede expresar esta “esperada sorpresa” sucedida el pasado domingo.
La impactante rapidez con que se conoció la renuncia, el inmediato respaldo de Biden a su compañera de fórmula Kamala Harris, y las reacciones a ambas decisiones, añadieron otras sorpresas que han producido “un sacudimiento sísmico”, que, como en el caso de la novela “100 años de soledad” impondrá una nueva realidad.
En lo inmediato, ya modificó los ejes de campaña desplazando el rango de atención del atentado contra Donald Trump, la semana anterior, que ahora sí permitirá un enfoque más acucioso y acuciante contra el candidato presidencial republicano y sus desbordadas y peligrosas mentiras y proclamas que tanto atemorizan.
Y es como dijera entonces José Arcadio Buendía, el iniciador de la estirpe a Úrsula, la siempre afanosa preservadora matriarca de la familia macondiana, “en el mundo están ocurriendo cosas increíbles”, y entre esas está la sofocadora presencia de Trump y su amenazadora posibilidad de volver a la presidencia de los Estados Unidos, en momentos muy inestables y traumáticos como los que registra el mundo de hoy.
Aunque se dice que “nunca es bueno precipitar las cosas”, tal como advirtiera la infranqueable Amaranta al pretendiente insistente, el presidente Biden entendió la pertinencia de resignar sus aspiraciones, empujado sí por las presiones para que lo hiciera, derivadas éstas de su actuación en el último debate, evento que desencadenó mayores temores de que Trump se imponga.
En el icónico debate ya referido, Donald Trump enrostró al presidente Biden haber convertido a Estados Unidos en “un país del tercer mundo”, alegando que esa es una razón para él estar en la disputa, señalamiento que para muchos fue una exageración, para otros una burla y hubo quiénes lo consideraron como una alarmante preocupación.
Sin que el panorama esté despejado del todo, cierto es que la realidad política electoral tiene otros elementos a considerar, que hasta hace una semana eran ponderables que parecían sobrepasar la capacidad de los demócratas, pero que ahora demandan una reevaluación suya que los anime y les permite entender por qué están luchando.
Macondo, nacida de la ficción, es una realidad que hoy categoriza a una parte muy amplia del mundo, en particular ese que llaman “el tercer mundo”, en el que la falta de institucionalidad, las carencias económicas y las deudas sociales mantienen a la población en un ambiente de desigualdad e iniquidad vergonzantes, situación, que, aunque parezca inverosímil, amenaza a países del primer mundo.