Por Antonio Fernández Olmedo
Hoy estamos en condiciones de plantearnos esta situación tan rara que vivimos en las «democracias» y los «estados de derecho» que hay en el mundo si existe o no una real democracia.
Esto es real porque la gente participa activamente en forma cotidiana en las decisiones por ejemplo en su comuna, barrio o distrito.
Esta podría ser una democracia real si la gente en vez de estar pensando siempre en pegarse la dulce vita estuviera viendo cómo influir y decidir en qué cosas, por ejemplo, en tener y preservar un buen sistema de salud, algo básico y uno de los pilares de una democracia real.
La gente tendría que ver cómo hacer, de qué manera, en qué forma estar continuamente viendo cómo cambiar las cosas a mejor para todos.
El derecho a la libertad de comunicación es otro pilar importante que no se da en ningún lugar del mundo, por lo que esto de la democracia está en cuestión. Las opiniones no sirven.
Muchas otras cuestiones fundamentales en un estado democrático como el derecho a una vivienda, un trabajo digno con un salario bien remunerado acorde a determinadas circunstancias, una educación plena en valores y una justicia separada e independiente , no se sienten realizadas hoy en ningún lugar que yo sepa.
Son democracias de pacotilla o sobre el papel y llevan años ya como para que su imperfección se hubiera solucionado y no siguieran como al principio.
El ciudadano tampoco siente que un proceso electoral hoy sirva ya o le vaya a suponer un cambio en su vida dado que no hay una alternativa real y todo está maniatado de antemano.
Más bien se percibe un ambiente o atmósfera de dictadura económica y control psicológico de las gentes.
El ser humano no está hecho para que lo manipulen, de ser así, se vuelve loco y eso es lo que está pasando, que la locura colectiva está en crecimiento sin parangón.
La demencia aumenta y todo empeora en un ambiente de vida sin gracia, sin chispa, con un tono gris.
Se expulsa a los más vulnerables de sus casas y se le da cobertura a unos juegos que supuestamente promueven valores.
Todo está caído y bien caído.
En estas «democracias» si las gentes llegan a manifestar su desacuerdo se dé utiliza la represión al estilo imperial.
Tampoco la gente sabe lo que quiere ni a dónde va. ¿Dónde está la democracia?