Corren los días de la época más esperada por los dominicanos: la navidad. Desde que el raciocinio acompaña mis actuaciones, las festividades navideñas han sido motivos permanentes de celebración; reencuentro con los amigos; familias con algún integrante residente en el exterior preparan la más colorida y cálida recepción; las esperadas fiestas en diferentes lugares de trabajo, etc. Un aspecto que contribuye con el clima de diversión y esparcimiento lo constituye la disponibilidad económica, el doble sueldo o sueldo 13, estimula significativamente el circulante como en ningún otro momento del año. En fin, la navidad es sinónimo de música, de confraternidad y alegría para la mayoría del pueblo dominicano.
Desde la llegada de la pandemia, a inicios de 2020, el mundo tuvo que cambiar la manera de relacionarse entre las familias, los negocios, variar el modelo tradicional de entretenimiento, incluyendo esta época tan especial que hemos hecho mención, la navidad. Casi 2 años del reporte del primer caso de Covid19, la humanidad no ha logrado un restablecimiento formal y total de sus actividades, aunque ingentes esfuerzos han sobrado en ese propósito.
La navidad de 2020 fue sumamente atípica, con limitaciones en la circulación, la imposibilidad de realizar reuniones, encuentros; fue la imposición de una realidad jamás vivida e imaginada. A duras penas el calendario navideño del pasado año se consumió con la promesa de que al llegar las vacunas, los eventos, festines, angelitos, karaokes, y demás recursos utilizados para la celebración de la próxima navidad —esta que vivimos en la actualidad— volverían con más fuerza.
El 2021 fue el año de la aparición de las vacunas contra el terrible virus, los gobiernos de las principales economías mundiales acapararon los primeros lotes, creando desasosiego y aumentando el panorama de incertidumbre alrededor de la pandemia. En República Dominicana, el gobierno logró en tiempo record, con eficiencia y eficacia, abastecer a la población disponible para vacunas contra el Covid19 en primera, segunda dosis y refuerzo, y con ello, inició de manera gradual, una apertura y estímulo a las actividades sociales y económicas del país.
A pesar de los indicadores auspiciosos que han presentado las principales entidades y reguladores financieros globales respecto de la reanimación económica de cara al nuevo año, en las últimas semanas hemos recibido un bombardeo de información sobre lo que parecería una lucha sin fin: la aparición de una nueva variante de COVID-19 en Sudáfrica con el nombre de ómicron.
Todas las previsiones de crecimiento y de reapertura económica han comenzado a ser repensadas por el alto nivel de propagación que registra el virus. Se desconoce a ciencia cierta dónde evolucionó ómicron o bajo qué circunstancias; lo que si se tiene como dato en firme, fue la notificación de la que fue objeto la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la existencia de una nueva variante el pasado 24 de Noviembre. Los científicos que han iniciado el proceso de evaluación de estas nuevas evidencias del virus, han destacado la multiplicidad de mutaciones que presenta y han alimentado la posibilidad de que la nueva variante de covid haya evolucionado, primariamente, en personas con un sistema inmunológico debilitado antes de expandirse a decenas de países en el mundo y a desarrollar la circulación comunitaria.
Impacto económico
Al conocerse oficialmente de la presencia de esta nueva variante, y sus principales características, las reacciones no se han hecho esperar. La titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, declaró que la nueva variante ómicron de coronavirus podría desacelerar la recuperación económica mundial tras la pandemia. Europa ha anunciado acciones ante la nueva variante, Holanda, Dinamarca y Reino Unido han retomado las medidas de cierres en lugares públicos como cines, teatros, bares, restaurantes y confinamiento hasta pasadas las celebraciones de navidad y fin de año. En Estados Unidos, ciudades de la importancia de Nueva York han comenzado a cancelar eventos públicos por el avance de la nueva variante ómicron que terminaría con el año siendo más dominante que la variante delta.
En declaraciones separadas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) así como laboratorios fabricantes de vacunas como Pfizer y Moderna, han promovido el refuerzo como el atenuante fundamental ante el avance rápido y desmedido de la nueva variante sudafricana. Este escenario, sombrío por demás, es la otra cara de la navidad que vive el mundo, un virus que con sus mutaciones se resiste al control y a la posible erradicación, una economía con permanentes esfuerzo por reanimarse y una inflación galopante que llena de legítimas preocupaciones a las familias.
En República Dominicana debemos seguir tomando medidas para que la inminente llegada de la variante ómicron nos encuentre preparados, desde los sectores oficiales mantener el control en las tasas de positividad y letalidad que siguen siendo muy bajas y continuar en la profundización de las jornadas de inoculación. A la población en general, ser prudentes en nuestros desplazamientos y rigurosos en la higiene.
Mientras el calendario nos recuerda que en los próximos días celebraremos la Nochebuena, seguimos viviendo en dos extremos; entre alegría y preocupación; entre salud y enfermedad; entre optimismo y pesimismo; entre navidad y ómicron.