Por Jesús Antonio Fernández Olmedo
Una Carta Magna donde nada se cumple: ni el derecho a la vivienda, ni a la opción laboral, ni una sociedad igualitaria, donde todos somos iguales ante la ley y eso que se lo digan al que la refrendó, que él sabe que unos son más iguales que otros y si hablamos de libertades pues la de la expresión que es la más importante vemos que las opiniones de la gente, de las mayorías no se tienen en cuenta, se postergan o sencillamente no se cumplen.
Por esto, hoy podemos decir, que de texto visionario nada, porque ya lleva unos cuantos años para que un sólo artículo de sus enmiendas fuera realizado en la práctica.
A mí, y a muchos nos produce una carcajada sobre todo en el artículo del derecho a la vivienda.
Todo está bien en la teoría, pero esto ya no convence a nadie, bueno, puede que aún haya algún despistado por ahí que quiera creer en lo que no existe.
Sólo se mantiene esta «supuesta fiesta» de algo que no tiene valor y que no existe podríamos decir en forma categórica, sino que es un cuento chino porque a algunos varones les sigue interesando con el beneplácito de otros.
A los señores de la alta alcurnia les conviene algo y por eso está ahí.
Pero a la mayoría les molesta.
Sólo esperamos que algún día las personas despierten de su largo letargo invernal o sueño y construyan un nuevo país pero que sea verdadero y no amañado.