Es paradójico que los gobernantes de estos países, que ejercen el control total del Estado, suprimen las libertades individuales y eliminan a la oposición política, acusen de “fascistas” a los gobernantes que se subordinan al orden constitucional de las democracias.
¿Cómo sirve la ciencia a la democracia? Según lo que he intentado plantear arriba, además de proporcionar datos científicos para la vida en sociedad, creemos que cuando entran en conflicto estas realidades, la democracia puede alcanzar una mayor prioridad sobre la ciencia, por el tema de la dignidad como un derecho fundamental; porque, ¿qué ciudadanos se formarían en una democracia abandonada por el progreso científico?
En la narrativa histórica, se nos dice con frecuencia que la democracia es la encarnación de los mejores rasgos de Occidente, que a la par del discurso político, las reformas sociales potencian nuestras “ideas occidentales” sobre las instituciones científicas que pueden encarnar mejor el espíritu de la democracia social occidental.
La ciencia es método para la democracia, y desde el siglo XIX ha hecho del mundo “un lugar mejor para vivir”, proporcionando “valores” fundamentales en una democracia saludable, “ya que los ciudadanos deben poder cuestionar, debatir y analizar las políticas y acciones del gobierno de manera racional”.
Hay muy buenos ejemplos que podemos ofrecer: un Javier Milei centrado en utilizar métodos econométricos para cambiar la suerte de su país, Argentina, disminuyendo la hiperinflación; ahora, Trump enfrenta abiertamente a su propia Agencia para el Desarrollo Internacional (USAID), a la que llamó “criminal”, y que ha iniciado una audiencia para la congelación de fondos de la USAID.
En nuestra cultura occidental, las nociones de “ciencia” y “democracia” están soldadas entre sí; si bien la ciencia ofrece la verdad “dura” y “objetiva”, la democracia se corresponderá con esa realidad.
El problema ahora es que hay un tipo de verdad que no es positiva para la dignidad con la que tienen que vivir los ciudadanos (los hombres corrientes) en cuestionadas democracias, que parecen en ruinas.