El desplome del techo en el centro de entretenimiento Jet Set, ocurrido la madrugada del lunes tras la presentación de Rubby Pérez, ha dejado una estela de dolor en todo el país. Más de 124 fallecidos y muchos aún por identificar confirman que estamos ante una de las tragedias más graves de los últimos tiempos.
En medio del luto y la incertidumbre, algunos medios de comunicación priorizaron la primicia sobre la prudencia. La cobertura se convirtió en una competencia por “quién informa primero”, dejando en segundo plano la veracidad, la ética y la empatía hacia las víctimas y sus familias.
Durante las ruedas de prensa ofrecidas por el general (r) Juan Manuel Méndez, director del COE, las preguntas insistentes sobre la condición del artista Rubby Pérez fueron reiteradas hasta el absurdo, ignorando el contexto de emergencia y el trabajo de búsqueda que seguía en curso. El general, con evidente paciencia, repetía que aún se trabajaba entre los escombros, mientras el interés mediático parecía inclinarse más por el nombre famoso que por el drama humano.
Este comportamiento debe invitar a una profunda reflexión sobre el rol de los medios en situaciones de crisis. Informar no es entretener. Ser el primero no es más importante que ser certero y respetuoso. En tiempos de tragedia, el periodismo debe estar al servicio de la verdad y de la dignidad.