Hasta el día de ayer suponíamos que el invento ese de televisar interrogatorios para los funcionarios judiciales de lo que llaman ¨altas cortes¨ en la República Dominicana, era otra de las imitaciones que tanto nos gustan de la política de los Estados Unidos, donde muchos de los altos cargos del gobierno, incluyendo los postulados a la Corte Suprema de Justicia tienen que ser ratificados por el Senado, en nuestro caso el Consejo Nacional de la Magistratura, y estos interrogatorios son públicos y televisados.
Solo que como somos nos mas que unos ¨imitones¨, queremos imitar las formas pero no tocar el fondo, y en solo 24 horas hemos visto como las preguntas del Procurador General de la República a la Jueza Miriam Germán, han hecho surgir voces que lo único que les ha faltado es nominar a esa dama, a quien no tenemos el gusto de conocer, como alguien muy cercano a la santidad de María la madre de Jesús y en algún momento suponemos se pedirá su canonización.
Y es que si en la República Dominicana las preguntas en este tipo de actividad deben ser suaves, como aquellos pitchers que tiraban ¨guebitas¨ para que quien tuviera el bate pudiera hacer contacto con la pelota y enviarla lejos, entonces deberían avisarlo para evitarnos a todos los que osamos mirar este espectáculo televisivo perder nuestro tiempo y ahorrarle tiempo también a personas tan ocupadas como los jefes del Poder Ejecutivo, el Congreso Nacional y el Poder Judicial.
Si a la Jueza Miriam German, o a cualquiera de los entrevistados y evaluados por el CMN, no se debía preguntarle nada sobre quiénes son sus amigos, aunque uno de ellos sea un personaje de alto perfil en el caso Odebrecht, con quien se reúne, cuáles son sus bienes o si habló con un juez sobre un acusado y este lo hace con nombre propio; entonces no lo mejor que harían es dejar la mojiganga esa de reunir a tanta gente importante y señalar de dedo los jueces de la Suprema Corte de Justicia.
El deber de los que están sentados ahí es preguntar, y esa epidermis tan sensible que tienen algunos nos sorprende, porque la mayoría de ellos son los que viven acusando a todo el mundo de lo que les da la gana, señalando con su dedo como si fueran inquisidores, pero además, se pasaron más de un año vestidos de verde andando por la capital y ciudades del interior gritando impunidad, y cuando se hace una pregunta vinculada a uno de los acusados del caso que los lanzó a ladrar a las calles, pues se enojan y protestan.
Como nos gusta tanto imitar, esas entrevistas televisadas no son más que imitaciones de lo que ocurre en el Senado de los Estados Unidos, cuando la comisión de justicia de ese organismo interroga a los propuestos al Tribunal Supremo, veamos lo ocurrido con dos casos donde se ratificaron los jueces, que en el caso de ese país on vitalicios, a pesar de los escándalos que hubo por diversas razones y todo esto fue aireado, conocido y preguntado sin que nadie se ofendiera, más que los interesados.
En el año 1991 fue postulado como juez para la Corte Suprema de los Estados Unidos el segundo juez de raza negra que integraría el más alto tribunal de ese país; hablamos de Clarence Thomas, un juez de la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia, cuyo nombre fue propuesto por el Presidente Republicano George Bush Sr.
Poco antes de la audiencia para su ratificación, Thomas fue acusado por una abogada llamada Anita Hill, también de raza negra, de haberla acosado sexualmente mientras trabajaban juntos en una organización académica, esto produjo un gran escándalo alrededor de la posibilidad de que fuera aceptada o no el nombramiento por parte del pleno del Senado norteamericano.
La señora Hill fue llamada a testificar a la comisión, lo que hizo de forma pública y donde ratificó sus acusaciones contra el juez Thomas teniendo una cobertura mediática impresionante y desatándose alrededor de este nombramiento una gran controversia.
Al final Clarence Thomas fue ratificado como Juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos con una votación de 52 a favor y 48 en contra, que es lo más cerrado que se ha votado en la historia en un caso de ese tipo.
El sistema funcionó, todo el mundo habló y se aclaró con los votos a quien se le compró su verdad, que en este caso fue al Juez Thomas.
El otro caso es mucho más reciente y tiene que ver con el Juez Brett Kavanaugh, quien fue propuesto por el Presidente Donald Trump el año pasado para sustituir la vacante que dejó Anthony Kennedy, y también se sometió a las audiencias de confirmación por parte del Senado de los Estados Unidos en medio de acusaciones de acoso sexual en sus años de escuela secundaria.
La persona que lo acusó, Christine Blasey Ford, fue incluso invitada para ser interrogada por la comisión de justicia del Senado a prestar su testimonio lo que hizo contestando preguntas de los senadores durante varias horas.
Lo mismo sucedió con el Juez Kavanaugh, quien fue sometido a un duro interrogatorio donde se le cuestionó acerca de esas acusaciones y una amplia gama de temas que incluso en cierto momento le hicieron saltar las lágrimas en la televisión nacional, ya que estas audiencias son transmitidas en directo por las grandes cadenas noticiosas norteamericanas.
Al final, se emitió un informe favorable a su designación y se votó, resultando Brett Kavanaugh confirmado como Juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, cargo que ejerce en la actualidad.
Y es que para eso está ese tipo de comisiones, el mismo tipo pero a un más alto nivel como lo es el Consejo Nacional de la Magistratura, para hacer preguntas de todo tipo y que los aspirantes a jueces tienen que responder, no sabíamos que ser mujer era un privilegio por encima de los hombres, ni que había algún tipo de censura para preguntar, el deber del que aspira es responder y nada más.
Se supone que para eso están los comisionados y el escándalo esta demás, el que se presente que acepte desnudar su vida, hasta la privada, frente al país, sino que busque otro oficio pues es con esos interrogatorios con que nos damos cuenta de quienes irán a impartir justicia a los más altos tribunales del país, y es que sino como nos daremos cuenta de quién es quién.
Porque si hay una verdad es la que dice que ¨ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos¨.