Por Jesús Antonio Fernández Olmedo
No para uno de sorprenderse la cantidad de escritores que salen hoy día,
casi la mayoría escriben novelas.
Parece que el género novelesco es lo que vende más y es apreciado por un público mayoritario que prefiere la evasión a que le digan las cosas en la cara.
Estos nuevos escritores que ganan muchos premios y que son aplaudidos por el público en general son gente prudente.
Ellos estudian las palabras para no equivocarse no vaya a ser que algo de lo que digo pueda ofender a mi posible o público en general.
Se busca agradar, complacer, vender y no sacudir conciencias que es realmente la función de un escritor y es una llamada a la conciencia.
Elevar el nivel de conciencia y generar cambios personales en uno mismo y en otros es para lo que nació la letra o la escritura, aparte de comunicar.
Comunicar algo que eleve y produzca cosas en otros es a lo que está llamado un escritor que se precie.
El verdadero escritor no busca aplausos porque sabe que estos sólo los dan los mediocres.
El verdadero escritor está en la soledad de sí mismo y siempre bajo sospecha.
Cabe sin más echar una vista a los grandes autores que han sido censurados en vida, bloqueados, encarcelados, perseguidos y hasta asesinados.
¿Se atreven a esto los autores de hoy?












