Es una pena ver lo que sucede en nuestro país, con aquellos jóvenes que por las precariedades económicas en sus hogares se inclinan por la práctica de un deporte, con el único propósito de salir de la pobreza extrema.
Eso ha quedado evidenciado con nuestros muchachos y muchachas que participaron en los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
El héroes y heroínas tuvieron que vencer todos los obstáculos que pone en su camino el haber nacido en un hogar con grandes precariedades económicas.
Es una lástima que nuestras autoridades no tengan programas diseñados para asistir a nuestros muchachos y muchachas, para su desarrollo físico y mental mientras practican el deporte de su preferencia.
Sin embargo, cuando uno de esos jóvenes logra poner en alto la bandera dominicana, los primeros que salen a felicitar sin haber hecho ninguna contribución y sin saber el sacrificio que tuvo que hacer para ese logro, son nuestras autoridades.
De una vez vienen los reconocimientos, no sabiendo que debería darle vergüenza porque pudiendo haber hecho algo a favor de ese deportista nunca lo hizo, pero de una vez es obtenido el triunfo todos quieren brillar con el triunfo que pudiendo contribuir nunca lo hizo.
Nuestros deportistas realizan sus entrenamientos con tenis de segunda mano, tienen que trasladarse muchas veces pidiendo bolas en las carreteras y son muchos los que en sus lujosos vehículos le pasan por el frente y no se detienen a montarlos.
Pero que bien, esos obstáculos que tienen que enfrentar es lo que le da la fortaleza y el espíritu de ser cada día mejores deportistas.
Porque nuestros héroes y heroínas en su gran mayoría provienen de hogares extremadamente pobres y que su única esperanza para salir de la pobreza es convertirse en estrellas deportivas.