Desde su llegada al poder el 16 de agosto del 2020, el presidente Luís Abinader Corona ha tomado una serie de medidas que, por el rechazo en la sociedad, se ha visto en la imperiosa necesidad de echarla hacia atrás y dejarlas sin efecto.
Los presidentes de un país no pueden dirigir los destinos de una nación siguiendo las directrices de los que se pueda decir o no en las Redes Sociales o lo que puedan decir algunos comunicadores sociales.
Los estadistas de un país, antes de tomar una decisión, lo primero que tienen es que analizar lo pro y lo contra y entonces tomar la decisión que más beneficie a la gran mayoría.
Suponemos que el presidente de la República tiene un equipo de asesores en las distintas materias, que son quienes deben de orientar al mandatario sobre los distintos aspectos de la nación.
Estamos claramente convencidos que errar es de humanos y rectificar es de inteligentes, pero no es elegante que desde el gobierno se tomen decisiones, que luego el propio presidente Luís Abinader tengan que echar para atrás.
Esa situación deja entrever, que el presidente Luís Abinader está rodeado de funcionarios incapaces de recomendar medidas que no sea necesario tener que recular luego, como ha pasado en distintas ocasiones.
Lo más reciente es lo que tiene que ver con el proyecto de Modernización Fiscal, que luego del gran rechazo expresado principalmente por los sectores económico, fue ordenado su retiro del Congreso Nacional.
Y lo más grande de la situación es que luego del retiro del proyecto de ley, los mismos sectores que se oponían, son los que están diciendo lo necesario de la reforma fiscal.
Los funcionarios del gobierno deben tener más cuidado a la hora de hacerle recomendaciones al presidente Luís Abinader, porque no es elegante que el presidente tenga que estar desautorizando a sus propios funcionarios.
El caso más reciente es en relación a la elaboración del Reglamento para la aplicación de la Ley 63-17 de Movilidad, Transporte y Tránsito, donde quiere establecer que luego que una persona cumpla 65 años la licencia de conducir tendrá una vigencia de dos años.
No estamos contrario a que los presidentes rectifiquen o dejen sin efecto aquellas medidas que son impopulares, pero lo que criticamos es que esto ocurra con tanta frecuencia, porque eso no habla bien ni del presidente ni de sus funcionarios.