La delincuencia es un mal que desde hace tiempo viene afectando no solo a la República dominicana, sino, que es un mal que está presente en la mayoría de los países de América Latina.
Sin embargo, hay países que mediante la aplicación de políticas bien dirigidas han logrado reducir la criminalidad y por ende el número de internos en las cárceles.
En la República Dominicana cada vez es mayor el número de personas que son recluidas en las cárceles, por el aumento de la criminalidad y la ausencia de políticas dirigidas a la disminución del delito.
Pero lo más extraño que puede ocurrir en nuestro país, es que nuestras autoridades exhiban como un logro la construcción de una series de cárceles que estarán incluidas en el Nuevo Modelo Penitenciario.
Esto ocurre en nuestro país, cuando algunas naciones anuncian cerrar las cárceles y alquilar sus locales para otras actividades, dado el bajo número de personas que cometen actos de delincuencia.
El Nuevo Modelo Penitenciario que se está implementando en República Dominicana, no está dirigido a disminuir el número de internos como se le llama a los presos, sino en dotar a esas personas de todas las comodidades en las cárceles, lo que sirve de motivación para que otros cometan delitos.
Mientras otros países a sus reclusos lo ponen a hacer trabajos productivos y desarrollan con ellos programas dirigidos a la rehabilitación para que cuando cumplan sus condenas se reinserten en la sociedad, aquí nuestros internos se pasan todo el tiempo en la ociosidad, lo que le permite usar ese tiempo para la planificación de hechos delictivos desde las cárceles.
De verdad que es una lástima ver al procurador general de la república, Jean Alain Rodríguez pagar una emisora para un programa especial para decir por los cuatros vientos que se están construyendo cárceles en las diferentes regiones del país.
Todo parece indicar que el propósito de nuestras autoridades es que cada vez haya más personas que delincan, porque de lo contrario no fuera necesario estar construyendo cárceles para los violadores de nuestras leyes.