Por: Nodalia Arias Silvestre
Antes de que se realizara la marcha convocada por la denominada Antigua Orden Dominicana a Friusa, para protestar por la presencia de indocumentados haitianos en esa comunidad ya el lugar era un laboratorio de ideas del que comenzaban a salir perfiles demográficos que ponen en entredicho las percepciones que se estimaban realidades, contornos estructurales que muestran otra panorámica, cualificación de protagonistas y su influencia, sincerizar intencionalidades y señalar responsabilidades desnudando incompetencias para el delicado manejo que demanda conducir las relaciones entre República Dominicana y Haití, en particular la migración.
Lo primero que resalta de esta situación es el desconocimiento sobre el poblado, pese a la mención en redes sociales a propósito y previo a la marcha -había superado los 260 millones de interacciones, de acuerdo a un estudio del fenómeno, “ un rugido global”, según su autor-, situación que comienza con el nombre, aunque si hay consenso de que el origen tiene que ver con la aún pendiente transparencia y responsabilidad de la industria turística en esa zona y en el pleno cumplimiento de los deberes sociales, derechos humanos, la equidad y compromisos financieros que adeuda ese sector.
Friusa es una realidad que derrota el imaginado enclave dibujado por los prejuicios anti haitianos que atribuyen a esos migrantes ser “dueños y señores” de un gueto en el que pululan las peores conductas humanas, asiento de los más crueles rituales vuduistas(¿?), refugio de los más depravados delincuentes y la mayor fuente de amenaza a “la dominicanidad”, los símbolos patrios y a la incontaminada pureza racial que distingue a los nacidos en la parte este de la isla compartida.
La precedente citada investigación en redes sociales para conocer el alcance de la marcha realizada el domingo recién pasado, confrontadas ambas, reitera lo que con frecuencia advierte mí siempre aclamada como fuente de datos “La Morena Salazar”, de que los movimientos para reclamar demandas sociales y ser exitosos, van más allá del contagio y entusiasmo que puedan provocar en el mundo digital, parece confirmarse esa hipótesis con Alofoke y el “tsunami digital” desatado, y se precisa de activistas, dirigentes y líderes que “se fajen” a organizar a la gente e imbuirla de consciente pertenencia a la causa en disputa, que es más que perseguir likes.
Por cómo terminó la marcha y las reacciones inmediatas y coincidentes de partidos oposicionista y sectores afines a la franja pro nacionalista, se constata que había intencionalidades más allá de la motivación principal y que esa fue un intento, que, al tiempo de buscar exacerbar prejuicios, pretendía también sacar capital político ante un gobierno que le ha sacado ventajas ostensibles en cuanto al antihaitianismo como sujeto político en la agenda conservadora, campo en el que se baten con mayor confianza y propiedad que otros temas económicos-sociales en los que la población espera del litoral político mayor responsabilidad y compromiso para la solución de esos problemas.
Tan sensibles a las críticas de organismos internacionales que señalan situaciones desconocedoras de los derechos humanos y respeto a las leyes migratorias de las que son víctimas migrantes haitianos, a los promotores de la marcha poco le importó que con esa se pueda afectar el turismo, filón económico que se protege tal si fuera la “niña del ojo”, pero que ahora solo importó a sectores hoteleros y empresas del ramo que reconocieron los posibles daños que puede provocar esa campaña antihaitiana, a partir de prejuicios racistas y por eso desplegaron anuncios, reportajes y otras informaciones dando a conocer que Friusa es muy distinta y distante de cómo la presentan los xenófobos nacionalistas.
Recomponiendo las piezas del que pretenden sea un “rompecabezas”, los resultados iniciales sociales de la actividad que la Antigua Orden Dominicana pretendió fuera su más trascendente operación, deja como resultado más importante el señalamiento a las autoridades del gobierno, en particular al presidente de la República, Luis Abinader, quien como tal es el más responsable de esa gestión -como le han recordado-, pero que su deriva conservadora en el tema lo expone cada vez más a confrontaciones que pudiera evitar, si se decidiera a enfocar la migración haitiana a partir de hacerla regular segura y legal, para lo que requiere adicionarle una buena dosis de solidaridad.